Clavó su mirada en la luna como si esperara la respuesta que tanto tiempo llevaba buscando mientras volvía a besar el cigarro suspendido entre sus dedos, y lentamente se acercó de nuevo a la llama. Observó cómo danzaba en el silencio de la habitación y sin apartar sus ojos de ella, acercó su mano y comenzó a pasarla por encima de aquélla sin percibir el calor que desprendía, enfrentándose en un duelo cara a cara... el fuego... y ella.
Alzó su mirada al horizonte y una media sonrisa se dibujó en su rostro, se vio a sí misma en aquél espejo, único testigo de su soledad, devolviéndole su imagen con aquella vela sujeta entre sus manos; sus entornados ojos reflejaban el poder que la llama ejercía sobre ella, haciéndola adquirir la mirada de una pantera negra que se desliza en la oscuridad hasta el claro del bosque, con sus lentos y elegantes movimientos, para poder observar el brillo de la luna.
El fuego había vencido, y ahora en la oscuridad, volvía a sentir.
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