4 jun 2008

Historias...

Te voy a contar una historia.

Sí, de cuando se llevaban aquellos aparatos llamados ordenadores. ¡Qué tiempos aquellos! Bueno el caso… el caso es que por aquel entonces estaba de moda el conocer a la gente vía Internet y se de un amigo mío que se llevó una sorpresa.
Él, en aquel entonces era un tipo vulgar, no se arreglaba a la hora de vestir, simplemente unos vaqueros, una camiseta, las playeras y era feliz.

¿Qué tenía de especial? Es algo que yo siempre me pregunté, era de estatura normal, pelo moreno, algo blanquito de piel, ojos marrones sencillos y… bueno es cierto, tenía una sonrisa perfecta, pero el físico no lo es todo, o eso dicen y su interior, pues su interior estaba vacío. El pasado no se había portado demasiado bien con él y había decidido pagarlo con los demás.

- ¿Una historia de amor,tio ? – dijo Álvaro con ojos brillantes y entusiasmado.

- Sí, el amor era el culpable de que este chico fuera un chico sin sueños. Apenas había cumplido sus veintitres años cuando ya había decidido dedicarse únicamente a sus estudios y un futuro trabajo en la empresa de su padre, abandonando todo aquello en lo cual estuvieran implicados los sentimientos.
En una tarde aburrida de esas, estando con un amigo se metieron en una página de esas en las que se podían votar las fotos de la gente y decidieron apostar a ver quién de los dos era más guapo.

- ¡Eso es una típica tontería de críos! Y ya eran mayorcitos para esas tonterías – refunfuñó la mediana, Myriam, que acababa de entrar al salón.

- Es lo que hace el aburrimiento. El asunto es que diariamente ellos visitaban aquella página y bueno de paso veían las fotos de las chicas que por allí estaban. Pero un día de visita, nuestro Mario se cruzó con la imagen de una extraña chica. No sabía cómo ni por qué pero aquella mirada teñida de verde que aparecía en la imagen le erizó el vello. Hacía demasiados años que no sentía aquella sensación, por lo que se sintió extraño y decidió dejar un mensaje a aquella chica: “No sabía que después de ausentarme un año de mi ciudad, hubiese mujeres tan guapas”.

- Es una frase muy mítica… se la diría a todas seguro.

- Ese creo que era otro de los ganchos que él usaba, poseía mucha labia para conseguir lo que quería. Pero bueno, el asunto es que aquel mensaje fue leído por ella y con total amabilidad ella le respondió. Todos los días tenían algo de lo que hablar, aunque fueran tonterías. Se dieron sus teléfonos móviles, se vieron a través de Internet… y un día sin comerlo ni beberlo, él decidió romper la barrera de la timidez y quedar con ella. La mandó un mensaje y ella lo que fue a buscar. Se dieron dos besos como saludo y se comportaron como si de dos amigos de antaño se tratase. Estuvieron juntos la tarde mientras tomaban algo y en verdad fue difícil encontrar un momento de silencio. Él se sentía a gusto con una chica después de mucho tiempo… y ella lo veía como un amigo más, había superado sus miedos.

- ¿Qué miedos tenía la chica?

- Pues…. Marta que así se llamaba, también había sufrido algún desengaño con el amor… y lo había pasado tan mal, que llevaba dos años refugiada en su interior sin querer nada de chicos, tan sólo quería verlos como amigos.

- ¿Y cómo era ella?

- Maravillosa… bueno… eso decía Mario. Era una chica alta, pelo moreno alborotado, unas manos preciosas y una mirada capaz de enamorar al mismísimo diablo.

- Pues sí que tenía que ser bonita sí…

- Lo era, créeme que lo era… - dice dejando perder su mirada en el recuerdo – pero bueno, lo importante es que ellos se hicieron muy buenos amigos y aquellos besos que en un principio se daban en la mejilla, se convirtieron en besos dulces en los labios, los abrazos en caricias y… las palabras dieron paso a esos silencios en los que con tan sólo una mirada se decía todo.
Quedaban siempre que podían y hablaban siempre por Internet. Jamás asentaron una plena relación, en verdad ambos tenían miedo a lo que podía pasar, además de que él en aquel entonces estudiaba fuera y la distancia… - ¡maldita distancia!, pensó para si – Entonces decidieron considerarse una pareja con libertad y tomarse su tiempo

- ¿Tomarse su tiempo? ¿Pero no se querían?

- Esas mismas preguntas se hacía ella, si Mario la quería realmente como la dijo aquella vez en aquel bar, no entendía por qué le había pedido tiempo para pensar…

- ¿Cuál fue la excusa barata que él le dio?

- Le dijo que… la dijo que él era muy mujeriego, que necesitaba comprobar que estando con otras chicas tan sólo pensaba en ella y por ello la pidió tres meses…

- ¿Tres meses para disfrutar de otros cuerpos mientras ella estaba pensando en él? Eso sí que es tener mucha jeta… si tanto la quería no debería de tener ninguna duda de estar con ella, ¿no?

- Pero él tenía miedo…

- ¿Miedo de qué? ¿Por qué una vez le hicieron daño? No todo el mundo es igual, tío… lo que pasa que él no sabía apreciar las cosas y valorarlas.

- Él la quería, quizás demasiado, pero sí, aún tenía sin cicatrizar heridas del pasado y ahora al recordar le daba pánico sufrir otra vez. Marta en apenas veinte días había destartalado por completo su interior. Aquellos muros que había construido durante cinco años atrás, se habían ido a la mierda. Una mirada, cuatro palabras y un beso habían sido suficientes como para que el corazón de Mario hubiera vuelto a sentir.

- Todo esto es muy bonito, tío, pero tus historias nunca son maravillosas. Hace tiempo nos dijiste que habías dejado de creer en mundos ideales así que…

- Sí, eso es verdad y mira que mi película favorita es y será Aladin, pero dejé de creer en ellos… y tienes toda la razón, esto no era tan bonito como parecía. Ella estuvo fuera cinco días y en una de las noches se entregó a otros brazos.

- ¿Y por qué?

- ¡Es lógico! El otro imbécil tan sólo la había pedido tiempo y muestras de amor más bien pocas… - dijo Myriam sacando la cara por una mujer que no conocía de nada.

Tío prefirió no escuchar aquellas palabras y continuó narrando

- Sí, se fue con otro porque la dio caricias, abrazos y palabras bonitas… era un viejo amigo por el cual había sentido algo… y en aquel viaje surgió.

- Hizo bien, no tenía nada que la amarrase y en cierta forma así Mario se podría dar cuenta de lo que era sentir que por un momento la había perdido, porque se lo dijo a él ¿no?

- Sí, se lo contó, sí. Le costó, pero le comia por dentro y fue sincera con él. Mario se extrañó a si mismo porque la perdonó…

- ¿Perdonarla? ¡Pero si no era su novia!

- Perdonarla que tardara en decirle la verdad…

- Lo importante es que se lo dijo y eso implica que de verdad lo quería, sino le hubiera importado nada, ella se hubiera callado y listo.

Hubo un momento de silencio en el salón donde el tío sufrió aquellas palabras en su interior doliéndole como si de cuchillos se trataran.

- Desde ese día las cosas no volvieron a ser ni la mitad de bonitas. Él conoció a otra chica por Internet y comenzó a quedar con ella, incluso quedando con ella antes que con Marta el día antes de ausentarse durante toda una semana. Aquello… aquello hizo que Marta comenzara a desconfiar de él o a tener miedo por ella… Él siempre la dijo que tan sólo era una amiga que estaba seguro de que tan sólo quería seguir a su lado… Pero las palabras a Marta comenzaron a sonarla vacías y aquello la estaba matando por dentro. En la semana que él estuvo fuera de vacaciones ella no hacía nada más que esperar un mensaje con un “te quiero” o un “te echo de menos”, pero nunca llegó…

- ¡Qué bien se lo pasaba fuera ¿no?!

- Él no era de decir sus cosas, sus sentimientos, pero lo que no sabía es que así, la estaba perdiendo…
Mientras él disfrutaba de borracheras y de ver chicas guapas en otros países, a Marta le carcomía por dentro la incertidumbre de saber si realmente él seguía sintiendo lo mismo o ya la había cambiado por la nueva. Los comentarios que la otra chica le dejaba en su página la ayudaban a hundirse aún más en su tristeza, ¿por qué la otra sabía más de él que ella? Parecía ser que sí… que ya la había cambiado…

- ¿Cómo se puede olvidar alguien tan fácilmente de esta persona a la que has dicho te quiero? No me lo puedo creer…

- él volvió tarde el fin de semana y no pudo quedar con Marta pero un comentario de aquella tercera persona dio entender a Marta que para la otra sí iba a tener tiempo…

- ¿Se olvidó en una semana de todo cuanto había pasado con ella? Me parece increíble.

Una lágrima comenzaba a brotar por la cara de nuestro tío.

- él una vez la dijo que con ella se sentía como el príncipe de La Bella y la Bestia, que estar con ella era tener que mantener aquella rosa mágica… pero, parece ser que puso empeño en ello y el último pétalo de aquella rosa calló. Cuando Mario vino a dar explicaciones a Marta, ella ya lo había llorado, lo había sufrido y muy a su pesar había comenzado a dejar de quererlo. Se pensó miles de veces que quizás se estaba equivocando, que quizás él en ningún momento dejó de quererla pero… se lo demostró tan poco…

- Tío, si tanto la querías, ¿por qué dejaste que se fuera? Si sabías que te iba a hacer feliz, ¿por qué no luchaste por ella?

- Porque el miedo en mi interior me traicionó, porque los fantasmas del pasado me ahogaron… porque perdí aquella flor.

Una rosa se alimenta cada día al igual que tú, aunque sea mágica.

¿Ibas a impedir la caída del último pétalo?

¿Cómo ibas a hacerlo?

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