4 mar 2014

Me sonrieron sus ojos y me tembló hasta el alma…

Ella esperaba ansiosa en la puerta, esperando su inminente llegada. Cada persona que se acercaba, en su mente era el. Su sonrisa, su mirada profunda, su pelo...Pero parecía no llegar. Y justo cuando decidiste encenderte el ultimo cigarrillo, lo ves de lejos, cansado del viaje, exhausto, pero buscándote con la mirada. Y allí, en medio de tanta gente, se cruzaron vuestras miradas. Sin nada más que decir, un abrazo disfrazado de "joder-que-ganas-tenía-de-verte-y-abrazarte". A ella se le escapa una lágrima, de alegría. Aquel chico es su mayor debilidad.
[Abrázame! Que haces que aún no me has besado! Donde leches están mis chicles?]La cabeza de María era un sin vivir. Su sonrisa, ese tonteo estúpido de cuando te gusta alguien pero no te atreves. Parecían dos críos de 15 años. O quizás lo eran? Son peter pan que nunca quieren crecer? Puede ser que si.
Y sin embargo, todo eso le daba absolutamente igual. Solo quería mirarlo...Y besarlo, en medio de aquel alboroto. En medio de una algarabía de gente, parecían que estaban tan solos. Su sonrisa se cruzaba con la suya, sus manos rodeaban su cintura mientras se acercaba por el cuello a besarle. La gente los miraba, pensarían que estaban locos. Y lo estaban. Quizás estaban locos el uno por el otro, o quizás solo era parte de su locura.

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