Un dia, la pequeña María se levantó feliz, hacía un sol radiante. Y paseando por el parque, se tropezó y acabó en el suelo. Un niño, con la mirada triste pero preciosa, la ayudó a levantarse del suelo. María, agradecida por el gesto, ella le ofreció una amplía sonrisa y le ofreció chucherias q llevaba en su mochila.
-Ten, me has ayudado.-
-No me gustan los dulces.-
Éso llamó la atención de la pequeña, q no estaba acostumbrada a q alguien le dijera q no a sus chuches.
-¿Y las galletas, te gustan?-
Y sacó de su mochila un paquete de galletas. El chico sonrió ante ese gesto y cogió una galleta, María se sentó a su lado a comerse otra y le preguntó: -¿estás bien? Pareces triste.-
-No, estoy bien.- pero lo dijo con tan poca convicción, q a María no le sonó sincero.
-Puedes contarmelo, me has ayudado a levantarme, y eres el primero que come una galleta conmigo, no me gustan las chuches.- Le dijo timidamente la pequeña, soltándole un suspiro.
-Si no te gustan las chuches, ¿por qué estas siempre con una bolsa en la mano y ofreces a todo el mundo?-
-Para poder distinguir a las personas especiales, como tú. Puede que le haya ofrecido chuches a mucha gente, pero la gente común siempre acepta las chuches. Sin embargo tú, has sido sincero y me has dicho que no te gustan, sin que mi sonrisa te haya acobardabo para coger las chuches. Por eso creo que eres especial -.
7 dic 2015
Galletas
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